Completado itinerario línea 3: Sol - Moncloa, Moncloa - Villaverde Alto.
Y aquí sigo completando líneas de metro a pata. En esta ocasión fue el turno de la línea 3, algo más cortita, aprovechando que tenía un hueco la tarde del sábado, y que tampoco me iba a poder tirar muchas horas caminando. Salí de casa más bien tarde, ya que esta vez me fui sin haberlo planeado antes. A eso de las 5 y algo. Tras llegar a Sol (por supuesto andando) y hacer unas compritas improvisadas por allí, inicié la ruta de metro propiamente dicha desde allí hacia Moncloa, ese trayecto que tantas
otras veces habré hecho cuando he decidido acudir al lugar de las fiestas nocturnas por excelencia andando. No creo que fueran más de las 7 o 7 y algo. Tras llegar a Moncloa y hacer la foto de rigor, enfilé de nuevo Princesa para desemboccar otra vez en la Gran Vía y en Sol, continuando esta vez más allá, hacia el sur de Madrid. La caminata atraviesa toda la
Avenida de Andalucía, preámbulo de la A-4, pasando por el Doce de Octubre y terminando en la estación de San Cristóbal, uno de los muchos límites de nuestra ciudad. Aquí no puedo evitar contar la anécdota que me pasó al llegar a San Cristóbal, cuando solo queda la última estación, Villaverde Alto, para la que se debe girar a la derecha y meterse
profundamente en el barrio de Villaverde, pues queda bastante alejada de la Avenida de Andalucía. Ahí va.
"Villaverde. Uno de los barrios con peor fama de Madrid. Polígono industrial de Villaverde. Sábado. 10 de la noche. Oscuro casi de noche.
Ni un maldito alma en 10 km a la redonda. El ruido de un coche se aproxima por la calle a mis espaldas. De pronto, el ruido pierde fuerza.
El coche pierde velocidad. Cuanto más se acerca más despacio va. Efectivamente. Se para junto a mi. Ventanilla del copiloto bajada, descubro en su asiento a un muchacho mulato, de unos 15 años poco más o menos. Hacía muchos años que no sentía tanto miedo por mis posesiones materiales."
En fin, quizá debería tomar alguna que otra precaución más a la hora de elegir barrios, calles y horas del día. El fin de la historia es feliz. El conductor, español y con al menos la edad mínima para conducir, me pregunta por el Mercadona más cercano. Yo no soy de allí, pero no lo digo claramente y dudo, porque había visto el Mercadona antes. No me acerco demasiado al coche, la conversación dura como cosa de un minuto, hasta que dan media vuelta siguiendo mis indicaciones y desaparecen. El respiro de alivio tuvisteis que oírlo, estuvierais donde estuvieseis. Aún quedaba la sorpresa final: el trayecto final que me quedaba hasta el metro de Villaverde alto, estaba literalmente plagado de lumis. Tres por esquina, a lo menos. Cuasi-desnudas. En tanga y sujetador, o tanga y tetas. La casa de campo es un jardín de infancia en comparación con lo que hay allí. Vino a mi memoria Sin City y el barrio de las putas. Atravesando toda esa ola de inmundicia, llegué a la estación de metro, el metro que creo que he cogido con más ganas de toda mi vida.
Todavía quedaba llegar a casa, ducharse y arreglarse para salir a Cats, de nuevo cerca de Moncloa. Esta vez en metro. Quizá si hubiera evocado con más ahínco estos recuerdos que ahora escribo mientras sonaba Juan Magan, habría sacado valor de sobra para entrarle a cualquiera. En fin. Otra vez será.
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